Luis Artigue

SÁBADO 26 DE NOVIEMBRE, 16:30

Luis Artigue (León, 1974) Es licenciado en Filología Hispánica y amplió estudios en la Universidad de Toronto. Ha publicado poemas, cuentos, artículos y siete novelas, entre ellas Club La Sorbona (Premio Miguel Delibes), Donde siempre es medianoche (Premio Celsius 2019) y Café Jazz el Destripador (Premio de Novela Lloret Negre), estas dos últimas en editorial Pez de Plata. Su obra ha sido traducida y editada en Italia y Portugal y ha obtenido el Premio Ojo Crítico.

Ficción para multitudes (Pez de Plata)

No es la primera vez que vemos la influencia del cómic y la novela gráfica en una obra de Luis Artigue; la vimos claramente en «Donde siempre es medianoche» (Premio Celsius 2019). Sin embargo, en esta ocasión, la referencia al género vertebra toda la historia a través de su protagonista, Nathaniel Mortimer, un exitoso historietista. ¿Podríamos decir que «Ficción para multitudes» es un homenaje al género?

Soy un adúltero: amo el género tanto como la cultura canónica y no puedo dejar a ninguna de las dos. Estudié literatura académica en la universidad española, pero le puse los cuernos a la literatura académica empapándome como lector en la oscuridad del ropero de mucha literatura pulp y de género (luego gracias a una beca pasé a estudiar en una universidad norteamericana y allí aprendí que el género también puede ser académico, que lo popular también puede ser culto y que la nueva novela será híbrida o no será)… Amo por eso a ese tipo con gorra marinera, gesto hierático, pendiente de bucanero en la oreja y un cigarro en la boca, hijo de un marinero de Cornualles y de una gitana de Gibraltar, llamado Corto Maltés, el cual me llevó en sus inolvidables paseos por las geografías más exóticas y peligrosas. Y amo el despertar de la atracción hacia el abismo y la seducción del mal que describe Patricia Higsmith en Extraños en un tren y muchas otras novelas inquietantes suyas, y amo la novela gótica clásica (El manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki, por ejemplo) y la gótica moderna de Anne Rice y John Ajvide Lindquist, y amo el realismo visionario de Cortázar y Calvino tanto como la ciencia ficción especulativa de Arthur C. Clarke, la ciencia ficción divertida, ingeniosa y alocada de Fredric Bown y Robert A. Heinlein, y amo a su vez a Cervantes, y San Juan de la Cruz, que también eran a su modo y en su tiempo dos friquis.