JUEVES 24 DE NOVIEMBRE, 19:00
INAUGURACIÓN DEL GOLEM FEST

Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948). Licenciado en Filosofía y Letras en la especialidad de Psicología, es uno de los más prestigiosos escritores de la literatura española contemporánea.
Ha recibido el Premio Emilio Hurtado (1991), el Premio Nacional de Narrativa (1994), el Premio Miguel Delibes (1995); el Premio Nadal (1999). En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Tres cuentos de hadas (Siruela). En 2008 el Premio Castilla y León de las Letras y el Premio Ciudad de Torrevieja en 2010.
Es fundador de las revistas literarias Un ángel más y El signo del gorrión. Ha colaborado con sus artículos en los medios más importantes del país y ha participado en múltiples congresos de literatura. Está casado con la también escritora Esperanza Ortega. Se confiesa hombre metódico y sin prisas. Nunca ha abandonado su ciudad. «Cualquier lugar contiene el mundo entero, los mismos conflictos, los mismos anhelos. Basta con saber mirarlos».
Tiene un extenso trabajo publicado.
Desde su primer
libro Luz usada (Junta
de Castilla y León, 1986), su actividad literaria ha sido incesante. Continúa
con Una tienda junto al
agua (Los infolios, 1991) y El amigo de las mujeres (Caja España,
1991) que obtuvo el Premio Emilio Hurtado de Relatos. Más tarde aparecen El lenguaje de las fuentes (Lumen,
1993), Premio Nacional de Narrativa, Marea
oculta (Lumen, 1993), Premio Miguel Delibes, La princesa manca (Ave
del Paraíso, 1995), La
vida nueva (Lumen, 1996), Los cuadros del naturalista (Alianza,
1997), Ña y Bel (Ave
del Paraíso, 1997), El
pequeño heredero (Lumen, 1997) y Las historias de Marta y Fernando (Destino,
1999) con el que obtiene el Premio Nadal.
Prosigue su actividad narrativa con El
valle de las gigantas (Destino, 2000), La soñadora (Areté-Lumen,
2001), Pequeño manual de
las madres del mundo (R que R, 2003), un libro de relatos
breve reeditado posteriormente como Todas
las madres del mundo (Lumen, 2010), Los amores imprudentes (Areté-Lumen,
2004), Mi querida
Eva (Lumen, 2006), con el que gana el Premio Mandarache
(2008), El cuarto de al
lado (Lumen, 2007), El
jardín dorado (Lumen, 2008), La carta cerrada (Lumen, 2009), Tan cerca del aire (Plaza
& Janés, 2010), Premio de Novela Ciudad de Torrevieja y Y que se duerma el mar (Lumen,
2012), obra con la que fue finalista del Premio de la Crítica de Castilla y
León en 2013. Y La puerta de los pájaros (2014).
Gustavo Martín Garzo también ha cultivado la narrativa infantil, habiendo publicado Una miga de pan (Siruela, 2000), finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Tres cuentos de hadas (Siruela, 2003) por el que consigue el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, así como los álbumes ilustrados Dulcinea y los caballeros dormidos (Edelvives, 2005), Un regalo del cielo (SM, 2007) y El pacto del bosque (El jinete azul, 2010).
En su faceta como ensayista, el autor ha publicado los siguientes títulos: El pozo del alma (Anaya, 1995), la recopilación de artículos periodísticos El hilo azul (Aguilar, 2001), El libro de los encargos (Areté-Lumen, 2003), La calle del paraíso (El pasaje de las letras, 2006), también una recopilación de artículos periodísticos y Sesión continua (El pasaje de las letras, 2008).
Sus obras se han traducido al francés, griego, danés, italiano, portugués y alemán.

El país de los niños perdidos (Siruela)
¿Adónde van los niños que fuimos
una vez?
¿Se refugian en lugares olvidados del mundo a los que, por mucho que
nos empeñemos, no podremos volver?
En este libro se habla de lugares así, pero también de una charca donde se
esconden los amigos invisibles de los niños reales, de un acantilado donde un
misterioso ser sigue conservando, como Peter Pan, su naturaleza de pájaro, de
una isla habitada por bebés que se niegan a nacer por considerar humillante que
sus madres tengan que cambiarles los pañales, de un bosque habitado por unos
hombrecillos verdes que se confunden con la vegetación y que conocen el secreto
de la felicidad. Gabriel, el protagonista de este libro, es un niño al que le encanta
escuchar las historias que le cuenta su madre a la hora de acostarse. Una
noche, el dragón de una de esas historias se presentará en sus sueños y lo
llevará a conocer todos estos lugares.
El País de los Niños Perdidos nos enseña que no debemos mantener
separado el mundo real del de la fantasía. La realidad necesita de la fantasía
para volverse deseable; la fantasía de lo real para poderse compartir con las
personas que amamos.